Laura Brinkmann | Colectiva en El pacto invisible
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Colectiva en El pacto invisible

Lo poliformo es bello

Tau es la letra griega que expresa la divina proporción. Una letra que vuelve selectiva nuestra mirada y la hace apreciar la armonía de las formas. También es la letra con la que rechazamos la ausencia de ese equilibrio, como si lo poliformo no tuviese un halo áureo que pueda atraernos y emocionarnos. Hemos sido educados en esa tiranía de la estética que afecta a la empatía inconsciente hacia la apariencia perfecta de las personas, de las cosas e incluso de los alimentos. Todo lo que no responda al brillo hipnótico de Tau es convertido en algo no apto para el deleite, para la relación, para el consumo, para el placer.

Laura Brinkmann cuestiona la perfección como diosa de la belleza egocéntrica y con su mirada fotográfica crea, recrea y juega monólogos, parejas, familias y conjuntos de verduras cuyas formas son el lenguaje de la rebeldía con el que la naturaleza escapa al orden, subvierte el ideal de lo bello, da rienda libre a su fantasía. Sus imágenes nos muestran la belleza rebelde de lo diferente, de lo raro, de aquello que es excluido por el aspecto de su piel (cicatrizada por el agua, el sol, el viento); por la imperfección de unas formas que transforman un calabacín, dos berenjenas, un tomate, en un cuerpo que retuerce el sueño de su dolor, en unos pendientes de mujer, en un corazón atrofiado. Laura Brinkmann nos presenta una metáfora social, una reflexión acerca de una democracia que alberga un sistema jerárquico de clases, del valor de la apariencia, de estéticas que se imponen y niegan la existencia de otras. Sus limones, tomates, pimientos y demás verduras monstruosas, descarnadas, extrañas, también podemos ser nosotros. Piezas defectuosas susceptibles de ser marginadas, descatalogadas, apartadas del mercado donde la belleza, el equilibrio, la perfección se comercializan al alza. Son el certificado de calidad.

Laura Brinkmann sabe que las matemáticas, que la geometría, que la piel, que el aspecto, es tan sólo una envoltura que es mucho más rica cuánto más se diferencia, cuánto más singularidad contiene y expresa. Lo importante es lo que hay dentro: el sabor, el aroma, la textura, que una vez liberados y desnudos de su envoltorio nos procuran alimento, placer, la auténtica elección.

El trabajo de Laura Brinkmann es una poesía visual de la belleza de lo polimorfo. Un hermoso grito que nos libera de la dictadura estética y nos recuerda que la imperfección también es una forma de la libertad.

Guillermo Busutil